Pese a perder la final del ATP de Córdoba, el marplatense alcanzó su mejor posición en el ranking de dobles.
Por Marcelo Solari
Es cierto que el ATP 250 de Córdoba no terminó como Horacio Zeballos y Máximo González hubieran querido, ya que fueron derrotados en la final de dobles por Andrés Molteni y Roman Jebavy.
Sin embargo, llegar a la definición le permitió al marplatense avanzar hasta el 22º puesto en el ranking mundial de la especialidad. Sí, el mejor de su toda su carrera. A los 33 años, el zurdo del Edison Lawn Tenis se reafirma como el mejor doblista argentino y desde septiembre de 2016 no se baja de entre los 50 primeros de ese escalafón.
El regreso al equipo argentino de Copa Davis, la consolidación en el top-25 mundial y triunfos con distintos compañeros lo convierten en un referente ineludible.
Una vigencia y una continuidad que se transforman en el merecido premio para alguien que, sin apartarse de la competencia de singles (el domingo se cumplieron seis años del triunfo más importante de su vida deportiva, frente a Rafael Nadal, en la final de Viña del Mar), siempre le dedicó especial atención a la disciplina del dobles.
Una modalidad a la que usualmente no se le otorgaba la debida importancia en el país, lo cual generó no pocas frustraciones a la hora de jugar por la Ensaladera de Plata.
Los tiempos parecen haber cambiado. Y más allá de Zeballos, la bandera celeste y blanca se ve representada por otros tres doblistas en el top-50 del planteta: los mencionados González y Molteni y también Leonardo Mayer. Variantes como para ilusionarse en el futuro cercano.
La atención dedicada en los medios es bastante menor (aunque ahora incluso la televisión ha comenzado a transmitir algunos partidos de dobles) y los premios en los torneos también son bastante menos atractivos que en el singles. ¿Y entonces? Muy sencillo. Jugar dobles es muy divertido. Y requiere una exigencia física que no es tan demandante. He ahí el secreto que han encontrado varios para extender sus respectivas carreras. Muchos que no llegaron al nivel necesario para sobresalir en individuales, hallaron en las duplas un vehículo para ser protagonistas. Y otros que tuvieron cierta trascendencia en el single, pudieron continuar en acción por más tiempo volcándose a jugar con un compañero al lado.
Al respecto, es revelador que treinta de los cincuenta primeros doblistas en el ranking de la ATP tienen 32 o más años de edad. Y diecisiete de esos treinta tienen 35 o más. Si bien la vida útil de los tenistas se ha prolongadao considerablemente, esa es una franja etaria en la que son muy contados los casos de los singlistas que aún siguen en competencia.